Anidado a unos cincuenta kilómetros al norte de Tata, Ait Kine es un auténtico y tranquilo aduar que esconde bien su juego. Recorriendo sus callejuelas, nos encontramos con un tesoro arquitectónico de inestimable valor. Multisecular, Agadir Ait Kine es un granero colectivo en perfecto estado de conservación, que puede presumir de ser siempre plenamente funcional. Una proeza inédita, hecha posible gracias a los grandes esfuerzos emprendidos para su renovación, en estricto cumplimiento de la arquitectura original.
Todo espléndido, el Agadir Ait Kine le abre su puerta y le lleva a un viaje fuera del tiempo para descubrir la tradición ancestral de los Igoudar.
Con aires de fortaleza, Agadir Ait Kine está rodeado por una majestuosa muralla flanqueada por dos torres de vigilancia, que solo se puede cruzar por un portal bien cerrado. En el interior, decenas de cabañas se alinean en tres niveles alrededor de un amplio patio, dominado por un viejo árbol. Los troncos de palmeras están omnipresentes, ya que sirven de techos y también de escaleras hacia las cabañas altas.
Además de ser un depósito de almacenamiento cuyo derecho de utilización se transmite de generación en generación, el Agadir es también un lugar de reunión de los habitantes del aduar. De hecho, es allí donde se llevan a cabo ceremonias de boda, celebraciones religiosas y reuniones sociales.
En efecto, allí se celebran las ceremonias de bodas, las celebraciones religiosas y las reuniones sociales.
También puede visitar Dar Imrabten, una sublime casa tradicional adosada al granero.
Remontándose al siglo XVIII, el Agadir fue objeto de una restauración integral, iniciada en 2004, que le devolvió su esplendor y su envergadura de antaño. Un proyecto excepcional, dirigido por la arquitecta Salima Naji, una mujer que se entrega en cuerpo y alma a la preservación del patrimonio arquitectónico regional.
Al ir a visitar Agadir Ait Kine, pasarás obligatoriamente por Tleta Tagmoute. La aldea sigue un magnífico oasis, que se extiende a lo largo de varios kilómetros a los pies de los áridos macizos del Anti-Atlas. Un rico palmeral, regado por un sistema ancestral de saguias, donde también se encuentran árboles frutales y campos de cereales y hierbas aromáticas.
Se impone pues un paseo peatonal, ya que no se puede pasar indiferente ante semejante maravilla. Recorriendo las plantaciones, tendrá la oportunidad de conocer a una población local de las muy amables, que le explicará en torno a un té el funcionamiento de la vida en los oasis.
Si bien los Igoudars del oasis y los de la montaña comparten las mismas funcionalidades, los materiales de su construcción son completamente opuestos.
De hecho, los graneros colectivos de los oasis están construidos a base de terracota, con los troncos de palmera a modo de techo y escaleras. Mientras que en los del Anti-Atlas domina, y constituye paredes y murallas. Las piedras planas, en segundo plano, también sirven como escalones para subir los pisos.