Anidada entre dos macizos de Jbel Bani a unos 60 km al oeste de Tata, la pequeña localidad de Akka alberga monumentos históricos que no han dejado de sorprender a tanto a arqueólogos como a visitantes. Considerada como una antigua escala estratégica para las caravanas transaharianas, la región encierra muchos secretos y vestigios que le harán viajar muy lejos hacia el pasado.
A la sombra de las palmeras del espléndido oasis, disfrute de una escapada histórica de excepción, entre el misterio y el verdor. Aquí tendrá la oportunidad de visitar vestigios pintorescos, mientras vive una increíble experiencia humana inaudita en compañía de la población del oasis.
El último vestigio de la mezquita que antaño dominaba en medio de la Kasbah Abdellah Ben Mbark, el magnífico Minarete Lalla Baytou-Allah despierta la curiosidad. Llamados también Timzgida Llibna Rebbi y Agadir n’Oumghar, estos lugares han alimentado durante mucho tiempo las leyendas locales y todavía suscitan debates entre los especialistas.
Con una altura de 9 metros, el edificio está construido enteramente con ladrillos de terracota, y sus fachadas están adornadas con motivos romboidales. Su amplitud general recuerda a la Torre de Hassan en Rabat, de ahí su apodo «Um Hassan». En el interior, el Minarete es tan espacioso que puede permitir al almuecín llegar a la cima a lomos de un caballo.
A 5 km más al norte, también tendrá la oportunidad de visitar Ksar Agadir Owzrou. Esta joya arquitectónica, que data del siglo XIV, está construida sobre un afloramiento rocoso con vistas al palmeral de Akka y al río. La ciudadela está rodeada por una muralla de unos diez metros de altura, y algunos edificios auténticos aún están habitados.
Ciudad medieval situada al sur de Akka, Tamdlout fue fundada en el siglo IX por Abdallah Ibn Idriss. Además de ser una tapa floreciente en la ruta comercial transahariana, era también una ciudad minera de gran potencial, ya que su suelo era rico en Plata. A pesar de su florecimiento, la ciudad desapareció de las crónicas históricas a principios del siglo 14. La información sobre este tema sigue siendo vaga y poco precisa, sin embargo, la tradición oral cuenta que fue destruida durante los conflictos entre los habitantes de la región.
Actualmente, la ciudad está enterrada bajo la arena del desierto, que solo deja ver algunas formas dispares. Sin embargo, las excavaciones han permitido identificar varias fortalezas y un recinto de 150 cm de espesor, y desenterrar diversas monedas y otros materiales de la industria metalúrgica.
A las puertas del desierto y a lomos del Jbel Bani, los paisajes de la región son bastante desérticos. En estas tierras áridas, la naturaleza retoma magníficamente su resplandor verde en el oasis de Akka. Con el paso del tiempo, y con la poca agua disponible, la población local supo domar el desierto, haciendo del valle de Akka una tierra fértil y generosa.
Una población tan laboriosa como benévola, con la que vivirá agradables momentos de compartir y de hospitalidad, mientras disfruta de los paisajes de contraste deslumbrante.