En el país de Ida Ougnidif, la Kasbah de Tizourgane se asienta sobre un pitón rocoso, como una reina sobre un trono de granito. Obra arquitectónica secular, la ciudadela seduce por su belleza, así como por la carga histórica que emana de ella. Su importancia es tal que está inscrita como Patrimonio Histórico Nacional desde 1995.
Rehabilitada como casa de huéspedes, la Kasbah de Tizourgane ha sabido conservar toda su envergadura original. Al recorrer sus callejuelas estrechas y sus caminos de ronda, se embarcará en un viaje en el tiempo que comienza en el siglo 13 y termina con una excepcional puesta de sol. Sin lugar a dudas, se trata de una experiencia inédita que va a despertar la imaginación de niños y de adultos.
Situada a 40 km de Ait Baha, la Kasbah de Tizourgane es una ciudadela fortificada construida sobre una colina. Aquí, los Achtouken venían a cortar piedras para construir molinos. Con el paso del tiempo, la cima de la colina se aplanó dando nacimiento a una ciudadela, llamada Tizourgane, el molino.
La Kasbah está circundado por una alta muralla, que protege unas cincuenta casas y un Agadir. Solo es accesible a través de un único portal dotado de una atalaya, a al que se llega subiendo una larga escalera de piedra. Un edificio grandioso e inexpugnable, que da testimonio de la ingenuidad de sus constructores ancestrales.
El monumento está rodeado de paisajes salpicados de argán y almendros, que realzan aún más el encanto del lugar. Una sutil mezcla de naturaleza e historia, lista para ser consumida ¡Sin moderación!
La Kasbah de Tizourgane ha sido renovada siguiendo los preceptos de la arquitectura local. El lugar alberga hoy en día una excepcional casa de huéspedes, que cuenta con todas las comodidades necesarias para pasar una estancia increíble bajo el tema de la relajación y el descubrimiento.
Tras una deliciosa comida tradicional, explore los rincones de la ciudadela y deléitese con el ambiente que reina el lugar. Al anochecer, disfrute de una taza de té con miel en lo alto de las murallas y admire las vistas panorámicas desde el mirador. Incluso puede asistir a una representación nocturna de Ajmak, la famosa danza de los Achtouken.
Por la mañana, déjese tentar por una sesión de meditación y yoga, y luego dé un paseo por los alrededores de la Kasbah. A pie o en bicicleta de montaña, recorrerá sinuosos caminos hacia una naturaleza espléndida, donde las cabras ofrecen un espectáculo acrobático en las ramas de los árboles de argán.
En los años 30, el ejército francés habría asediado la ciudadela sin conseguir tomarla. Durante semanas, los soldados acamparon alrededor de las murallas y cortaron todos los suministros de agua. La leyenda cuenta que una anciana empapó algunas ropas en aceite, antes de ponerlas a la vista de los soldados. Creyendo que se trataba de una colada y que el agua era abundante en la ciudadela, los atacantes se desanimaron y levantaron el asedio.